NO TE APAGUES TABAQUITO





En esta región Nororiental de Los Andes, por tradición en las familias y con los primeros cantos del gallo, la mujer ya estaba en pie soplando la candela y prepa­rando los cunes para el desayuno y seguía con la preparación del almuerzo y cuyo plato preferido del hombre de la casa y de todo trabajador era el maní, éste lo envolvían en hojas de plátano ahuchadas o de bijao, lo que permitía llevarlo para comer mientras cultivaban el tabaco; esto era en los tiempos en que el tabaco se consideraba un cultivo ilícito, entonces al regresar a casa los trabajadores temían que los guardias, que eran como una especie de recaudadores de impuestos, los interceptaran por el camino, porque les cobrarían  recaudos muy altos que a ello no les alcanzaba pagar por el poco dinero que les sobraba después de cumplir con la obligación de la casa; por esta razón trataban de ocultarse de los cobradores quienes recibían órdenes estrictas del mandamás, una especie de Clavijos en Ia región, que los único que hacían era cobrar impuestos.
Para poder transportar el tabaco y ocultarlo un poco, lo empacaban con una técnica muy sofisticada en ese entonces, utilizando una fibra de plátano que
llamaban látigo, formaban unos guangos que le llamaban ruedas; cada rueda
contenía 1000 tabacos; las ruedas eran acomodadas una encima de otra,
una especie de melcocha gigante para ser vendidos en el mercado de los
pueblos vecinos y de paso, como se dijo antes, ocultarlo de la mirada inquisidora de los guardias.

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