LAS CHAMIZAS

Cuando la luna se disponía a descansar de su trajinar nocturno y el sol se manifestaba en el cielo con todo su esplendor, Doña María Meneses acostumbraba a bajar al pueblo para trabajar como vendedora y ganarse unos centavitos en la tienda de don Marcos Delgado y regresaba a su casa en horas de la tarde, al terminar sus labores a eso de las seis; así lo hacía todos los días; pero un día del mes de octubre  salió del trabajo avanzada la noche. El camino que conducía a su casa era muy oscuro, debido a los grandes matorrales que lo cubrían y las chamizas que se pisaban hacía de este un tramo todavía más difícil de andar. Esa noche, empezó su caminata hacia su casa con un poco de temor; pero como la obligación era la obligación siguió sin poner tanta atención a la historia que sus patrones le contaron y menos a los consejos que le dieron. Esta relataba que en ese preciso mes, en ese camino, hacía muchos años había ocurrido una muerte muy violenta.

Cuando María iba llegando a su casa, comenzó a sentir como si alguien la siguiera  quebrando chamizas; ella sintió terror y al instante comenzó a rezar unos padres nuestros en voz alta; mas eso no sirvió de nada ya que a cada instante que pasaba, estos sonidos eran más fuertes, ensordecedores y se sentían tan cerca como cuando uno habla dentro de un gran pilche, así era el zumbido; quiso vol­tear a ver y ahí mismo recordó que su abuela le había dicho que cuando estas cosas suceden era malo hacer eso. Lo único que hizo fue taparse los oídos y seguir rezando hasta llegar a su casa. Sus padres sorprendidos al ver que llegó llorando y toda su espalda de puriticos rasguños y huellas de azotes como con una vara de uña de gato o zarza; al otro día, así que rayó el día, llevaron a María donde el taita curita, quien les dijo que ella estaba poseída por un espíritu, por lo que le dio a tomar una botella de agua bendita recién sacada de la pila bautismal y otra botella para que riegue por toda la casa. Después de un tiempo, María se recuperó y contó lo sucedido a sus padres y patrones pidiéndoles disculpas por no haberlos escuchado.