Doña Amparo Rodríguez cuenta que toda la gente que transitaba por
aquel camino de a pie y herradura que conduce de El Alto a Sotomayor en horas
de la noche, siempre se les aparecía un bulto negro muy grande; la gente
pensaba que sólo era una roca; pero ¡ah sorpresa!, al acercarse, este bulto se les atravesaba
por el camino a no dejarlos pasar.
Este es el caso que le sucedió al Don Francisco Mora, un habitante de la vereda.Cierta
noche, transitaba por el camino, iba todo embriagado, aproximadamente eso de las 9, cuando de repente se encontró
con aquel bulto que espantaba a más de uno. Entonces cuenta que él pensó que era
el vecino, quien siempre acostumbraba a tomar hasta quedar dormido en cualquier
camino, sin dudarlo dos veces quiso levantarlo,
pero lo encontraba muy pesado por lo que decidió darle una patada y al instante perdió el conocimiento.
Sin saber en dónde se encontraba, al otro día, apareció totalmente golpeado, moreteado
y con la mano terciada; cuando llegó a la casa, sus familiares se asustaron
mucho y decidieron llevarlo donde un
médico yerbatero, quien le reconoció que le
había pegado un fuerte mal aire o malora como dicen por ahí. Lo cierto es que a punta de rezos, soplos, baños,
y secretos, Don Pacho se curó. Hace 35
años que el bulto no ha vuelto a salir más al camino, desde un día sacaron un
entierro en ese lugar y según las malas lenguas, aquel era quien cuidaba el tesoro.
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